domingo, 18 de septiembre de 2011

Chalo Rodríguez

Apapiiii!!! Apapiiiii!!! Le gritaba llorando a mi papá desde el baño, me quedé atorado en la tasa del wc, aterrado pensando que me iba a ir por la cañería y que si me iba no me encontrarían, yo quería mucho a Diosito, en aquél entonces, pero no lo suficiente como para irme con él, quería más a mis pollos, a punto de una crisis nerviosa con mis 5 años cumplidos le volví a gritar desgarradoramente a mi papá: Apapiii!!! Y entonces apareció, como de la nada abriendo la puerta del baño, que yo dejé cerrada con seguro, ya saben…Niños, con su traje de súper héroe puesto: Un conjunto color beige bien planchadito, por mi mamá claro, sus botines negros bien boleados, el cinturón, que no se veía pero que yo sé bien que era parte de su vestimenta, de cuero duro, más duro que los empaques de las sabritas, recuerden yo tenía cinco años, y su sombrero norteño con tres plumitas de colores, sus patillotas y bigote bien peinados, parecía que sol se movía con él, porque irradiaba una luz garrafal, altamente gigante y musculoso, su sonrisa perfecta y su reloj de pulso enorme y pesado con el cual se comunicaba con sus amigos, solo le faltaba volar, lo cual no creía yo necesario ya que él corría más rápido que el viento, tal vez le resulte raro el traje de súper héroe de mi papá, pero el siempre andaba vestido de conjunto, entró y me rescato de las garras del wc, en cuanto lo vi lloré más fuerte a punto de desmayarme, hasta que le vi algo que traía en la mano, creo que era un durazno, ¿me das? Le dije, cortando de golpe mi llanto y descubriendo desde entonces que yo era bipolar.

Súper héroe, el gigante, el más fuerte, el que todo sabe y resuelve, el más guapo, castigador de hombres lobo y vampiros, cucarachas y salamanquesas, salvador para todos mis amigos y para mi también, pero lo mejor de todo, mi papá. De pronto un día, no sé cuando, me empecé a dar cuenta que era simplemente un hombre, los súper poderes fueron desapareciendo, la fuerza, la sonrisa, la velocidad de correr más fuerte que el viento, sus trajes de súper héroe…La sabiduría le quedó intacta, me mostro con su vivo ejemplo lo que NO debía yo de hacer, tuvo de mucho y sin medida, a destajo se vivió su juventud cantando en las cantinas del triángulo, donde es conocido por su gran voz y las canciones que cantaba, desenfadado con la vida, viviéndola aquí y ahora, dándole gusto al gusto su andar se fue volviendo más lento y su hablar, que no el cantar, más quedo y afónico, pero cuando cantaba, era otra cosa.

En vida le dije lo mucho que le quería, la noche que murió le abracé su cabeza le besé, cosa que a él no le terminaba de gustar, le dije que se tranquilizara, que ya había pasado lo peor, no sé si me escuchó, le cerré sus ojos, yo estaba ahí… Orgulloso de ser su hijo, hijo de Chalo Rodríguez súper héroe, el gigante, el más fuerte, el que todo sabe y resuelve, el más guapo, castigador de hombres lobo y vampiros, cucarachas y salamanquesas, salvador para todos mis amigos y para mi también, pero lo mejor de todo, mi apapi.

una canción de las que él cantaba